Dr. Carlos Torres Caro

Lo ocurrido en el Perú era como una crónica de una disolución anunciada... García Márquez se quedó corto... A pesar de todos los anuncios hechos por Vizcarra y sus adláteres, dentro y fuera del propio Congreso, el Parlamento nada hizo para adelantársele, les faltó cancha, barrio, esquina, acaso no saben que "el que pega primero pega con más fuerza y dos veces"? . Quizá en realidad les faltó agallas.

La historia de nuestra patria nos indicaba lo que ocurriría, tarde o temprano, lo dijimos en varios medios de comunicación hace más de un año, habría disolución o vacancia. Por más ignorantes que sean los integrantes de este Congreso hay algunos que conocen de historia y ésta siempre se repite en política, como decía el griego Polibio en su teoría circular de la historia política. Al final tenía que haber un vencedor y un vencido.

Claro! al inicio el golpeado reacciona y hasta puede tumbar a su agresor así sucedió en los tiempos de Riva Aguero, nuestro primer presidente, quien no acatando disposiciones del Congreso lo disolvió, pero éste a la postre lo vacó y hasta ordenó fusilarlo, orden que no acató el Coronel Gutiérrez de la Fuente, pues le salvó la vida al enviarlo al destierro a Guayaquil. Luego, la historia es conocida el Congreso nombró a Torre Tagle, nuestro segundo presidente históricamente hablando.

Exceptuando este caso y quizá el de Billinghurst en 1914, quien ante la reiterada disputa con el Parlamento se adelantó a la vacancia que le tenían preparada y disolvió el Congreso, pero sin respaldo militar, lo que al final concluyó con su destitución y destierro. Estos dos casos de excepción confirman la regla de nuestra historia: El que pega primero gana la partida. Cabe preguntarse si en este 2019 constataremos ese hecho?

Todavía cabe la posibilidad que las fuerzas armadas no deliberantes y asqueadas con lo sucedido en el pasado tengan una iluminación y no respalden a Vizcarra. En estos momentos que escribo estas líneas, desde la capital de la Libertad, Francia, físicamente pero con mi corazón en Perú, los altos mandos militares deben estar haciéndose "la pichi" por decir lo menos y con respeto. Ellos saben que están en una difícil situación, deben o no respaldar al Presidente Vizcarra? La imagen de los militares golpistas de 1992 está todavía vigente y se puede ver en la cárcel hasta el día de hoy. Les puede suceder lo mismo mañana más tarde, van a tener que hilar muy fino en este caso. Mi recomendación a las fuerzas armadas es que pongan orden y reinstalen y sienten en una mesa a ambos poderes y que ambos Ejecutivo y Legislativo acuerden un plan mínimo de acción en tanto se lleve a cabo, un hoy necesario, adelanto de elecciones generales. Con eso salvan la cara señores militares y evitarán la futura cárcel que les esperaría de no hacer esto. Recuerden que guerra avisada no mata gente.

El Congreso mediocre que hemos (lo digo en pasado) tenido, si bien no estuvo a la altura de las circunstancias, pues se dejó pisar el poncho varias veces y claudicó ingenuamente en cada ocasión pues tuvo todas las oportunidades para vacar en derecho al Presidente Vizcarra, no lo hizo y no se piense que fue por respeto a las normas y a la Constitución, la verdad es que no lo hizo por cobardía, por falta de visión de futuro, por pura mediocridad de sus mayoritarios y detestables integrantes. Y es que los integrantes de este Congreso, salvando excepciones contadas con los dedos de una mano, han sido los peores en la historia republicana, pero... cuidado! ese no es argumento legal ni suficiente para disolverlos, Vizcarra se ha aprovechado de la situación y haciendo una interpretación auténtica e interesada ha disuelto el Congreso con el falso argumento que le ha negado la confianza en dos ocasiones.

A ver, recordemos que el Congreso lo hizo una vez, cuando le negó la confianza al gabinete de Fernando Zavala, luego cabe preguntarse si esta vez le ha negado la confianza al gabinete Del Solar? No me cabe ninguna duda que no ha sido así constitucionalmente hablando. Por el contrario sumisamente se la ha vuelto a otorgar como tantas veces lo hizo antes. No hay entonces argumento en derecho para disolver este Congreso, por más hediondo que sea, en cambio interrumpir las sesiones del Congreso es causal de destitución del Presidente y es lo que hizo a través de su Primer Ministro ayer, así que en derecho como en la vida las cosas claras y el chocolate espeso.

Sigo creyendo que la mejor alternativa era "que se vayan todos". Quisiera creer que cuando Vizcarra la planteó fue de buena fe y es que más allá de su propia incapacidad de gobernar, porque eso de acusar al Congreso de no dejarle gobernar es una mentira del tamaño de su propia mediocridad de gestión, es evidente que no se necesita del Parlamento para la lucha contra la inseguridad, la corrupción, la anemia, la reconstrucción del norte etc. De manera que no demonicemos al Congreso que no se lleva el Oscar del gran mal, los problemas del Perú son por la incapacidad y la falta de gestión gubernamental, es por la culpa de Vizcarra y ese gabinete Del Solar que pasarán a la historia como los grandes incapaces y punto.

Cierto es que hubo un rotundo y testarudo fracaso al no ponerse de acuerdo con el Congreso, de ahí que lo más conveniente para el Perú era "que se vayan todos" , pero la angurria y el interés personal primó sobre los grandes intereses de la Nación.

Ya imagino a la izquierda extrema, tradicional y caviar saltando de alegría y es que piensan que ya tienen el poder, uno de los suyos es ahora primer ministro, sin resolución de nombramiento aparece firmando el decreto de disolución del Congreso. Otra irregularidad más... pero no importa, piensan que hoy todo vale.

Quiero ser optimista creyendo que todavía es viable una salida, quizás con la mediación de las fuerzas armadas para que se laven la cara ellos mismos y la alternativa "que se vayan todos" y se den nuevas elecciones generales, para elegir ambos poderes y hasta para refundar nuestra patria. La alternativa de elecciones para completar un mandato, va contra toda lógica, sería un absurdo, pues un legislativo que entre por un año es una reverenda tontería para el país, salvo que prologuen su propio mandato.

Considero que si se quiere salir de este entuerto el Presidente Vizcarra debe tender un último puente al Congreso, es lo único que lo salvaría no sólo del desprestigio que la historia registrará sino de la propia cárcel. Pues si no se han enterado todos los que avalen esto, ministros y altos mandos militares incluidos, terminarán, tarde o temprano, en prisión.

Hoy a la distancia me preguntan quién es el Presidente y qué le depara al Perú y lo digo, uno probablemente, sí no corrije a tiempo, terminará en la cárcel y la otra en el olvido, porque el Perú es más grande que sus problemas, se superarán estos momentos bochornosos y estúpidos y esta clase política pasará al olvido, saldremos adelante con nueva esperanza. Los poquísimos radicales y extremistas de izquierda seguirán soñando con una Venezuela en Perú, no vamos por esa vía así que tranquilos los que temen eso. Los caviares y mermeleros pretenderán seguir viviendo de sus aceitadas consultorías y pestilentes asesorías y al igual que los mercenarios de la derecha cavernaria querrán seguir saqueando la patria, pero tranquilos los que imaginan eso, sepan que para estas sabandijas se les acabó el tiempo, el pueblo ya los conoce bien y no les seguirá ni consentirá su juego. Al final todos los peruanos, que en su mayoría no están con unos (radicales, caviares, mermeleros etc) ni con otros (fujis, acuñistas etc.), pero sí con el Perú habremos aprendido la lección.

Fue Lincoln el que dejó la frase inmortal “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo.”

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Hace un par de semanas, a mi retorno del gran viaje africano que me ausentó 2 meses del país, decidí releer la tetralogía “La Guerra del Salitre” de Guillermo Thorndike, pues ya lo había leído en mi juventud, en esa época que devoraba cuanto libro caía en mis manos. Para quien le resulte extraño volver a leer un libro, más aún una tetralogía de gran volumen, le diré lo que todo viejo lector sabe, una cosa es leer algo a los 20 y otra a los 50.

En efecto, cuántas veces me ha ocurrido saborear con el tiempo de distinta manera un buen libro y es que lo bueno hay que repetirlo aunque sea una vez en la vida. No es cierto? El caso es que hace unos minutos, acabo de concluir el tercer volumen de esta saga dolorosa y frustrante de la guerra con Chile y cuando me disponía, en mi rutina matinal, a continuar un par de horas más con el cuarto libro “La Batalla de Lima”, me di con la sorpresa que no estaba por ningún lado de mi biblioteca.

Qué habrá pasado?... En la tetralogía sobre la guerra del salitre, Thorndike, ese periodista que en realidad era un historiador de polendas, comienza con el primer libro intitulado “1879”, su historia de la guerra con Chile directo a la yugular, es decir, con la noticia, ese lejano 04 de abril de 1879, del inicio de esta guerra tan infausta para el Perú, narrando con una precisión digna de un Herodoto los pormenores de la misma, desarrollando esos entretelones que no se encuentran ni en la lecturas de Basadre, y con maestría describe la batalla marítima, la muerte de Grau y la pérdida del Monitor Huáscar.

El segundo libro, “El Viaje de Prado” desarrolla con transparencia documental la campaña terrestre y la inconveniencia de esa alianza Peruano Boliviana que sólo fue respetada por el Perú, y claro, por supuesto con el famoso y tan discutido viaje de Prado. A la acusación de traición que la historia le levantó al presidente Prado por irse al extranjero en plena guerra con Chile, él le tiende el manto de la excusa tragicómica, aquella que lo hacía con el anhelo de conseguir armamento fuera de la patria. Una inocentada digna de esos líderes que si no es por corrupción por estupidez nos han llevado a la ruina.

El tercer libro, “Vienen los Chilenos” arranca directo con la segunda invasión de los chilenos, y en una prosa digna de una novela brillante narra en sus primeras páginas el encuentro de Alfonso Ugarte y Francisco Bolognesi, previo a la batalla de Arica, culminándolo magistralmente 400 páginas más con esos mismos dos personajes, uno, el Coronel Francisco Bolognesi hijo de italiano afincado en el Perú, exclamando aquella frase ya inmortal “hasta quemar el último cartucho” y el otro el Coronel Alfonso Ugarte galopando, para defender la bandera nacional, hacia el abismo en un interminable salto azul.

El cuarto libro, “La batalla de Lima”, que voy esta mañana a buscar en los libreros de libros usados, pues dudo que haya una nueva edición publicada, aunque igual pasaré por Librerías Crisol, y el Virrey, por si acaso, cuyo título es más que sugerente de la trama tetralógica, trata de los preparativos de la defensa de la capital del Perú y desarrollo de esas batallas memorables que registra nuestra historia. También y algo recuerdo sobre nuestro excepcional Cáceres que se negó a rendirse, como harían otros, ante el infame invasor. Recomiendo su lectura integral y me encantaría terminar este relato como una historia de cuento y decir que todo fue ficción y terminó bien. No fue así. Como lo dice el propio autor esta historia no es ficción y todo está documentado.

El Perú con esa guerra vivió uno de los más terribles momentos de su historia y debo añadir que la responsabilidad de esos crueles y tormentosos momentos, como siempre, han sido de quienes en ese entonces detentaban el poder con podredumbre, estupidez o codicia, provoca náuseas saber, como decía Manuel Gonzales Prada, que los enemigos de la patria han sido, como siempre ha ocurrido y ocurre, los mismos peruanos. Hoy, por no aprender de la historia, repetimos lo mismo y vemos con indignación e impotencia como tanto traidor que fue autoridad destruye la patria. Es hora que la conciencia colectiva de los peruanos ajuste cuentas, caiga quien caiga. Se lo debemos a esta tierra milenaria.§

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